Recuerdo cuando me enteré del origen que tenía una prenda tan usada hoy en día como los pantalones vaqueros. Diseñados como ropa de trabajo, fueron los movimientos contraculturales de los años 60 los que los usaron como ropa de uso diario por su bajo precio y su resistencia. Más tarde la industria y el capital (el fantasma ese que recorre Europa) se apropiaron de dicha prenda despojándola del sentido que tenía para las clases trabajadoras. En España estamos asistiendo a algo parecido pero con cuestiones mucho más serias. Ahora resulta que las personas que asisten a una manifestación no son las que hasta hoy en día utilizaban este método de denuncia social. Antes podíamos contemplar como las clases menos favorecidas (obreros, estudiantes, inmigrantes, etc.) se manifestaban para conseguir la atención tanto del gobierno como de la opinión pública y así presionar para conseguir mejoras o necesidades que los igualaran ante el resto de clases o niveles sociales. Ahora todo ha cambiado. Si por casualidad nos vemos sorprendidos por una masa que reclama atención por la calle, no estará compuesta por trabajadores de manos callosas y rostros curtidos, o por jóvenes con vestimentas estrafalarias que mezclan las proclamas políticas con calimocho y haschís. Ahora encontraremos familias de clase media, gente que se encuentra en la tercera o cuarta edad, etc., es decir, representantes del sector conservador. No resultará extraño entonces que en breve estos mismos salten a la calle y empiecen la revolución burguesa porque... "basta ya de regalar nuestro dinero a esa panda de vagos que lastran nuestro crecimiento económico"
Patético.
12 marzo 2007
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